miércoles, 30 de octubre de 2013

El amor...

A cerca del amor se ha escrito mucho; sin embargo, para mi, hablar de amor es muy difícil.  No porque no lo haya sentido o porque no me lo hayan brindado; sino porque el desamor me parece un tema atractivo para contar historias.

Las historias que narro quizá no tengan finales del todo felices para mis protagonistas pero sí finales humanos, finales con fuerza pues intento que mis personajes transmitan sentimientos y se muestren como personas normales que sufren, que gozan, que esperan... que simplemente vivan.


Buenas tardes y buenas lecturas.

Sillary Blank

martes, 29 de octubre de 2013

Walter Riso, divide a las personas entre "internas" y "externas".  Las "internas" son aquellas  que  colocan el control de su vida dentro de sí mismas y asumen el destino, no como algo dado desde fuera, sino como algo que se construye en base al esfuerzo personal; sin embargo, las "externas" consideran que dejan su vida en manos  de diferentes eventos o causas que escapan a su control como por ejemplo: el destino.

Particularmente, en mi vida, siempre he encontrado una razón para que las cosas hayan sucedido como sucedieron, pero soy consciente de que sin esfuerzo tampoco hay resultados.  Dice, Riso, que las personas "externas" son más propicias a la fantasía y a la imaginación, mientras que las "internas" son más seguras y no tienden a darse por vencidas fácilmente.

¿En cuál te clasificas?  ¿somos las personas amantes de las historias que nos narran y narramos en nuestros libros sólo "externas" ?  No lo creo, seguramente existe un punto de equilibrio entre ambas posiciones. ¿qué opinas?

sábado, 26 de octubre de 2013

El Kindle


No es secreto que existe una relación especial entre el lector común y el libro físico, abrirlo, percibir su olor, pasar por cada una de sus hojas, crea un ambiente particular para la lectura.  En mi caso, no ha sido tan importante abrir un libro nuevo sino más bien he sido amante de los libros que provienen de bibliotecas pues el saber que ese mismo libro había sido tocado por lectores que no conozco, que ellos habían posado sus ojos por las mismas líneas que yo había elegido recorrer y que mucha gente había tenido la misma oportunidad de disfrutar ese libro conmigo me daba una sensación de no estar sola en este viaje sino de que otras mentes me acompañaban en él.

El tiempo ha pasado, ahora como nos ha tocado a muchos, hemos tenido la opción de adecuarnos a la tecnología o apartarnos de ella y permanecer en una situación estática.  Debo decir que yo, al igual que muchos, confundí un texto en PDF con el libro electrónico.  Si bien es cierto, en cuanto a libros técnicos, me fue muy útil pues encontré una facilidad en ubicar los textos o partes que me interesaban descartando rápidamente y sin tener que leer todo el libro las partes que no necesitaba; pero en cuanto a lectura recreativa como son las novelas lo descarté de plano pues adecuarme al formato no me permitió, en ninguno de los casos, disfrutar de la lectura que con tanto deseo había escogido obligándome inmediatamente a ubicar el libro físico.

Hace unos meses cayó un e-reader a mis manos, reconozco que uno algo antiguo, pero tuve la oportunidad de leer en él una novela en formato e-pub, acepto que tuve una sensación especial pues me negué, inicialmente, a reconocer que me agradaba y ello conllevaba a que posiblemente me alejara de aquellos amigos que desde niña tuve: los libros, los únicos que había conocido de pequeña, aquellos hechos de papel; sin embargo, superado ese momento acojo al libro electrónico con aprecio, no porque sustituya al otro sino como su complemento pues con él, los lectores tenemos la oportunidad de adquirir un sin fin de libros que existen en la "nube" y que probablemente sin ella no conoceríamos y no podríamos disfrutar.

No pienso descartar los libros de papel, no pienso alejarlos de mi, pero no tengo miedo a enfrentar la nueva tecnología, a disfrutar el poder llevar miles de libros conmigo sin que pesen y ocupen espacio, de poder leer a media noche sin molestar a mi compañero, lector también empedernido,  prendiendo la luz de la mesa de noche y pienso que debemos adecuarnos, tengamos la edad que tengamos, a estos nuevos tiempos en los que a nosotros también nos toca vivir.

Buenas noches y buenas lecturas para todos.

Sillary Blank

Los libros no están mas amenazados por el Kindle que las escaleras por los elevadores. (Stephen Fry)

Los libros no están mas amenazados por el Kindle que las escaleras por los elevadores. (Stephen Fry)

Revista PerúLee No. 1

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sábado, 19 de octubre de 2013



Los Primeros Pecadillos

En ese tiempo mi hermana ya estaba casada y no vivía en casa, por lo que yo además de servir la comida a mi hermano, tenía que asear su habitación. Un día arreglando sus libros universitarios hallé unas revistas con pornografía, no pude contenerme y las revisé una a una con una voracidad que desconocía. Decidí que a partir de ese momento mi quehacer más importante era limpiar esa habitación. Miré tanto y tantas veces esas revistas que logré aprender cada una de las escenas prácticamente de memoria. Cada vez estaba más excitada y deseaba poner en práctica las cosas aprendidas en mis horas de lectura pero el problema era que no tenía con quien. Gonzalo, mi novio, además de estar lejos, era muy católico, discrepaba con el aborto, la eutanasia y estaba totalmente convencido de que las mujeres debíamos permanecer vírgenes hasta el matrimonio. Por mi parte, tras algún tiempo de tener mis “encuentros íntimos”, estaba aburrida y deseaba conocer a un hombre de verdad. En su última visita, traté de provocarlo sutilmente en diversas ocasiones pero era imposible, a pesar de mis besos apasionados, Gonzalo se mantenía firme en sus convicciones y me daba temor insistir.

Así que una noche, sola en mi cuarto, ideé la manera de que ambos estuviéramos satisfechos con nuestros deseos y necesidades. Tomé la decisión de complacerme y buscar a alguien para ello. Hice un recuento de mis amistades masculinas, Jaime, Rodrigo… no ninguno, quizá Pablo o Ramiro, tampoco, todos son peligrosos, además los hombres no son confiables y podían mencionar algo a Gonzalo o deslizar malos comentarios en grupo con lo que mi reputación se vería afectada y mis planes futuros se vendrían abajo. Ni hablar, debía buscar a alguien que sea totalmente ajeno a los grupos que yo frecuentaba y que pudiera guardar la discreción. ¿Quizá un vecino casado? ¿Y si tiento al cartero?, ajj, muy viejo….no sé, lo pensaría tranquilamente.

Una tarde de sábado, sonó el timbre de mi casa, abrí la puerta y apareció frente a mí un muchacho moreno pero guapo, algo robusto para mi gusto pero aceptable. A pesar de su vestimenta futbolera se le veía atractivo. Me miró y me dijo: “Hola, soy Juanjo y vengo a buscar a tu hermano para una pichanguita.”. Así descubrí quien sería el elegido para saciar mis curiosidades.

Al siguiente sábado me arreglé provocativamente, me puse un pequeño short y un apretado polo que estaba desgastado, me recogí el pelo descuidadamente y cuando le abrí la puerta le dije: “disculpa, estaba limpiando, por eso me encuentras en estas fachas”. Pude ver su mirada libidinosa y me alegré. Yo tenía tiempo por delante pues Gonzalo no vendría sino hasta el verano y para eso faltaban varios meses aún, no debía precipitarme si quería que las cosas salgan bien. Tenía un plan cuidadosamente elaborado pero uno de
esos sábados, sucedió algo inesperado, mi hermano no iría a la pichanguita sabatina, tenía otros planes y me pidió que se lo informara a Juanjo cuando viniera, yo casi no podía contener mi excitación. 

Mi madre como todos los sábados había ido a visitar a una tía enferma y mi padre salía con sus amigos, así que tenía la casa para mí y mis intenciones. Llegó Juanjo, le informé lo sucedido y lo invité a pasar para tomar un refresco, accedió mientras me miraba con ojos pecaminosos. A propósito, había cambiado mi short de todos los sábados por una pequeña falda de algodón, además había omitido deliberadamente ponerme brassier y mis pezones se veían sugestivamente a través del polo que de por sí era bastante escotado. Tenía que asegurarme de obtener lo que buscaba y no quería perder más tiempo.

Al entrar a la casa, Juanjo se frotó los ojos, cosa que me causó gracia. Como lo había planificado momentos antes, lo ubiqué en un sillón de la sala que miraba a la puerta de la cocina, lo miré fijamente y le dije: “siéntate que ya vengo”. Dí vuelta rápidamente con lo que el vuelo de mi falda dejó ver mis muslos desnudos y al ir hacia la cocina me agaché frente a él para recoger un arete que “casualmente” se me había caído, imaginé su cara, sonreí y seguí sin voltear hacia la cocina. Preparé rápidamente un refresco, se lo traje y me senté a su lado. Conversamos algunas trivialidades, me solté el pelo en forma sugerente y tomé la iniciativa diciéndole: "¿sabes qué quiero, no?" se acercó a mí, me besó en la boca y siguió con mi cuello, me encantó esa sensación y le pedí más. Levantó mi polo, acarició mi espalda y me tocó los senos mientras que yo jugaba con mi lengua en su oído, sentí que se estremecía pero cuando las cosas se ponían más interesantes escuché que la puerta principal se abría, era mi padre que había decidido volver a casa. Acomodé mi ropa rápidamente y me senté en el sillón del frente, Juanjo hizo lo propio pero había algo en su pantalón deportivo que lo delataba, le aventé un cojín para que se lo pusiera encima y disimular. Mi padre nos saludó al pasar por la sala, me dijo secamente, “ve a vestirte más decentemente”. Nos quedamos un momento más para bajar la temperatura, decidí aplicar mi plan original, y le dije ¿Juanjo, vamos el lunes al cine?, perfecto pasaría por mí a las 3 de la tarde justo antes de la matiné. No iría ese día a la universidad pero eso importaba muy poco en este momento. Lo importante era que en mis planes el cine debía tener palcos, así podíamos estar más cómodos y a solas, me hubiera gustado una película romántica pero tuve que resignarme con “La ProfecíaII”, no me importó mucho pues mi intención estaba muy lejos de dedicarme a ver esa película. Lo esperé bastante excitada pues pasé todo el domingo y el lunes en la mañana en compañía de “mis” revistas. Busqué un atuendo propicio que sea rápido de sacar y poner y que a la vez sea sexy pero no descarado. Cuando llegó, me dijo al oído: “Estás buenísima”. Sus palabras me excitaron más, pero tenía que estar ecuánime, no podía perder la cabeza y arruinar mi futuro con Gonzalo, así que tenía que ser cauta. 

Llegamos al cine, estaba ansiosa, él se había perfumado y acicalado, lo encontré más atractivo que en anteriores oportunidades. La luz se apagó y la película empezó, transcurrió un rato largo, sorprendentemente Juanjo no daba señales de querer tener algo conmigo. Lo poco que pude ver de la película era realmente aterrador, pero el miedo me excitó mucho más. Volteé y le dije: “qué calor”, me miró y aproveché para abrir un botón más de mi blusa y me levanté el pelo con una mano y con la otra acaricié mi cuello. Pasó su brazo por mi hombro y me acercó a él, el ruido de la película era ensordecedor lo que nos alejaba de ser percibidos por algún otro espectador. Era un palco para cuatro, Juanjo había comprado todos los asientos así que era improbable que alguien nos interrumpiera. Nos besamos apasionadamente y cuando decidí que debíamos avanzar empujé sutilmente su cara sobre mi pecho, los botones de mi blusa estaban suficientemente abiertos para que él pudiera hacer su trabajo. Pasó su lengua suavemente entre mis senos y con sus manos abrió totalmente mi blusa. Levanté su camisa y le acaricié la espalda, clavé mis uñas bruscamente en sus músculos fuertes y noté que le gustaba, me quitó la blusa y me dejó desnuda, mientras me besaba el pecho sentí su mano debajo de mi falda, me estremecí. Las sillas nos incomodaban así que entre besos y caricias ocupamos un rincón en el suelo. Le abrí el pantalón, estaba nerviosa, era la primera vez que vería un pene de verdad, que lo podría tocar, me excité más y dejé que Juanjo me recorriera con su boca. Más rápido de lo que esperaba había llegado el momento de contenerme, no podía dejar que las cosas vayan a más y le dije: “soy virgen”, no me hizo caso y siguió besándome, él estaba en aquel punto en que para los hombres ya no hay retorno, actuaba como su instinto le permitía. Respiré profundamente buscando la ecuanimidad, no podía dejar que me penetrara, así que apliqué algo de lo que había visto en las revistas, tomé su sexo entre mis manos, lo acaricié y acerqué mi lengua a él. Lo besé, jugué con él dentro de mi boca, no paré hasta que él hubiera terminado. Juanjo se quedó tendido en el suelo y me dijo: “eres fantástica”. Sentí satisfacción pero también desazón, yo no había podido disfrutar hasta el final así que me vestí y salí rumbo al baño, cerré la puerta y dí rienda suelta a mi mano mientras imaginaba una y otra vez la deliciosa sensación que había tenido hacía unos instantes. La electricidad no tardó mucho en estallar tan fuerte que tuve que esperar un buen rato para calmar mi jadeo y mis temblores. Me sentí complacida con esa tarde de placer y lo mejor era que mi virginidad seguía intacta, esperando por Gonzalo. Salí del baño, me lavé las manos, me arreglé la blusa y el pelo y antes de volver al palco compré dos chocolates. Juanjo me esperaba totalmente vestido, me senté a su lado, me abrazó y me quedé quieta absorta en lo que había pasado.

Al llegar a mi casa, me sentí insegura, me acordé de la universidad y te llamé por teléfono, me pusiste al día con nuestras obligaciones para la semana, y mencionaste que habías estado preocupada por mí. No quise darte mayor explicación así que te pregunté por tu fin de semana, habías ido a montar caballo junto a tu hermano. Antonio los había acompañado. Te escuché por un momento más y me despedí. Conversar contigo me dio la seguridad que necesitaba para tomar medidas en mi vida, decidí que hoy había jugado un juego peligroso que no debía repetir, no estaba segura de mi fortaleza para poner freno en el momento indicado y no quería arriesgar mi futuro mucho menos con alguien como Juanjo que no tenía nada de lo que yo buscaba, para ofrecerme.

Subí a mi habitación y encontré la carta diaria de Gonzalo, la abrí sin muchas ganas y leí que me extrañaba, contaba los días para volver a verme. Era la primera vez que yo no contestaría esa carta a tiempo. Sin pensar en más me quedé dormida vestida sobre mi cama.

Sillary Blank en "Desde Ella"

miércoles, 16 de octubre de 2013

Desde Ella - Contigo

Al morir sorpresivamente una de ellas, reviven recuerdos de la relación que ambas mujeres mantuvieron durante varios años compartiendo importantes etapas de la vida, forman cada una su propia familia y se desarrollan profesionalmente. Pero ¿es la amistad una relación recíproca, importante y duradera? O por el contrario ¿es una sombra o un medio que permite a las personas alcanzar sus propios objetivos sin importar las consecuencias?

Esta novela le ayudará a encontrar su propia respuesta,  le hará descubrir lo bueno y lo malo de las relaciones humanas.

Sumérjase en una historia llena de sentimientos: alegrías, tristezas, anhelos, luchas, desengaños y traiciones en la cual la personalidad y características humanas sobresalen en cada página y donde una suficiente cuota de erotismo contribuye a que sea usted finalmente quien distinga y defi na su propia escala de valores. Déjese llevar y después mire bien a su alrededor, no vaya a ser que alguien le esté jugando una “mala pasada”.